jueves, 4 de octubre de 2007

El cuarto veto de Bush

Matar es mejor que sanar

El tejano se opuso a extender la cobertura médica del SCHIP a 16 millones de niños, pero invertirá billones en Irak. Además, teme que pueda impulsar la creación de un sistema universal de salud. Los demócratas intentarán derogar el veto en el Congreso.

El presidente George W. Bush vetó ayer un proyecto de ley que aumenta los fondos destinados al Programa Estatal de Seguro Médico (SCHIP), creado en 1997 por la actual senadora y precandidata demócrata a la primera magistratura Hillary Rodham Clinton.

Bush no podría haber elegido un peor momento para utilizar por cuarta vez la prerrogativa del veto presidencial, porque Estados Unidos se encuentra embarcado en uno de sus mayores debates: la posible creación de un sistema universal de cobertura médica estatal, motivado por el documental “Sicko” de Michael Moore.

El SCHIP tiene como principal objetivo brindarles asistencia sanitaria a los hijos de familias que no ganan suficiente dinero para afilarse a un plan privado, pero cuyos ingresos son mayores a lo estipulado por el MedicAid, que brinda ayuda a los más pobre.

Tanto demócratas como republicanos acordaron, en ambas cámaras del Capitolio, extender los fondos del SCHIP para que en 2012 la cantidad de niños que puedan acceder a la cobertura del Estado aumente de los 6 millones actuales a 16 millones.

“Creo en la medicina privada y no en un gobierno federal que administra la salud”, fue la respuesta con la que acompañó Bush un veto calificado por los azules de “desalmado”. Es que para el tejano, un aumento a los fondos del SCHIP impulsaría "a la gente con cobertura médica privada a pasarse a la estatal”.

“Lo que vuelve a este veto peor es que Bush invertirá billones de dólares en Irak, sobre todo en contratistas como Blackwater y Halliburton, mientras le niega en nuestro país doctores a millones de chicos”, aseguró el presidente del Partido Demócrata, Howard Dean.

Al igual que en Argentina, un proyecto desechado por el Presidente puede volver a ser aprobado por el Congreso y promulgado automáticamente como ley, si cuenta con el aval de los dos tercios de cada cámara.

En un comunicado, los demócratas pidieron a todos los ciudadanos de los Estados Unidos que envíen cartas a los legisladores del Partido Republicano para que den quórum. Sorprendiendo a propios y extraños, la convocatoria desbordó las expectativas y colocó a Bush y a los republicanos en la cuerda floja.

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